Se han puesto muy de moda
todos los productos que ayudan a mejorar la relación con el ambiente. Aunque
en pequeñas proporciones no todos siguen una moda y hay gente que de
verdad posee conciencia y compromiso. Sea una moda o no, este tipo de
iniciativas y
de prácticas siempre son buenas para no sobrecargar nuestro entorno y podamos seguir haciendo una vida normal.
Las bombillas de bajo consumo son un ejemplo de ello.
Es una manera muy simple de ahorrar energía sin tener que dejar de hacer nada.
Pero para que esta iniciativa funcione debemos saber cómo tenemos que
utilizarlas y poder sacarles el mayor provecho posible. Un uso correcto
conseguirá demostrar el verdadero ahorro que ésto supone.
Si hacemos buen uso de este producto,
se podría reducir hasta un 15% la factura de energía en
los hogares. Debemos utilizarlas en zonas donde van a estar mucho tiempo
encendidas, ya que encenderlas y apagarlas gasta mucha energías, más que
estando encendidas. También es importante elegir qué tipo de luz usar en cada estancia. Elegir lamparas blancas o transparentes
así como limpiar el polvo con frecuencia, hará que la luz pase fácilmente
y la aprovechemos al máximo.
Existen varios tipos. El color de la luz va
desde blanco cálido hasta blanco frío. Según la forma que tienen reparten
la luz hacia una dirección, en espiral hacia todas las direcciones, las
lineales son perfectas para iluminar toda la estancia, las incandescentes son
como las tradicionales y las redondas son específicas para interior. Es
importante tener en cuenta el color de la luz según el lugar que se quiera iluminar. En zonas de
descanso será mejor la luz cálida y en zonas de trabajo la luz fría.
Como todo, para lograr el buen funcionamiento de
las cosas hay que seguir unas instrucciones y debemos informarnos de los
inconvenientes para que una iniciativa que se propone para mejorar
el ambiente y para el ahorro de energía, no se convierta en lo contrario.